miércoles, 2 de mayo de 2007

Pringles era Paris

A Noelia


-¡Qué paz!- exclamó Noelia, envolviendo las palabras con cierto alivio y estirando la zeta como un lento suspiro. Añoraba esa calma, ese aire tibio que acaricia las mejillas y se cuela tímidamente en cada arteria, en cada hueso. Anhelaba esa panza llena, ese corazón contento, esa madre cocinando amores de membrillo, esa tenue pachorra de la siesta. Extrañaba a Pringles, y ahora lo tenía ahí, entero, desnudo, frente a sus ojos.
-¡Que muerte! –brusca y lapidariamente interrumpió la señora de al lado el acogedor bálsamo que Noe había construido con trocitos de sueño. -¡Este pueblo es una muerte!-continuó la señora. Desde que su esposo había fallecido, tenía una visión de las cosas un tanto sombría. Sin embargo no alteró la pequeña ceremonia de Noelia, ofrendando su frente y su alma al sol de la tarde, sentadita en el cordón de la vereda-.
-¡Este pueblo es una muerte!- insistió la señora e inició su larga evocación-. ¿Ve esa plaza vacía? Bueno, esa plaza hace cuarenta años era una fiesta. Un carnaval. Es que en este pueblo el carnaval duraba todo el año. Entonces había una feria instalada constantemente, con juegos y esas cosas. Ojo que no era una feria así nomás, de barrio, de pueblo chico , como las que se hacían en Indio Rico o alguno de esos pueblitos. No, m´hijita. Acá venían los mejores números. Magos, acróbatas. Un circo. Un circo abierto era- repitió efusivamente la señora, aunque a Noelia parecía no importarle.
-Pero claro, eso era apenas un entretenimiento para los niños.- continuó-. Porque ¿ve aquella esquina? ¿Ve el almacén? ¿Ve el café donde ahora pusieron esas maquinitas que lo único que hacen es ruido y atontar a los nenes? Bueno, m´hija. Esa esquina era el centro de todo. El epicentro de todo- remarcó exaltada. -Venían de todos los pueblos. Allí había un café que no era una fondita donde se juntaban los curdas. No. Era un café de esos con espectáculos y luces. La música se escuchaba hasta la ruta. ¡Y qué música! No esas porquerías de ahora. ¡Cada orquestas...! Allí venían todas las cantantes más importantes de la época. Si hasta una vez vino...vino esa que era tan conocida.. . ¿Usted no se acuerda?- . Noelia apenas giró la cabeza, pero no dijo nada y regresó a su profunda contemplación del paisaje .
-Bueno, no importa- siguió su monólogo la señora, mientras Noe salió de su solipsismo por un segundo al soltar la carcajada que le produjo un señor que se cayó en su bicicleta-. La cosa es que todo el mundo iba allí. Porque si no se conseguía lugar en esa confitería- lo cual sucedía siempre- teníamos el Cine. Si, si. El gran Cine Atlantis. Ese cinematográfo tenía las películas antes que nadie. Es más , a veces se veían antes acá que en Buenos Aires, porque parece que un magnate del cine tenía campos por la zona, y en un casco tenía una salita privada. Entonces las miraba primero él y después las distribuía por el resto de la provincia. El cine Atlantis era la gloria. La esquina esa era la gloria. ¡El pueblo era la gloria! ¡Más que pueblo era una ciudad! Si la hubiera visto, m´hija, ¡qué esplendor!¡Las luces encandilaban! Si no dígame, ¿cuántos ciegos hay ahora el pueblo? Uno, dos como mucho. En esa época los oculistas trabajaban de lo lindo, porque era tanta al luz que a algunos les hacía mal. Si dicen que los pilotos de avión se guiaban mirando p´abajo nomás, y cuando veían esa verdadera farola gigante, junaban que ya estaban en la provincia. Y nosotros, ay, nosotros vivíamos como en un sueño. Era como Paris. No le miento: Pringles era Paris. Las señoras bajando de los autos, autos largos, ellas con tapados de visón, maquilladas, con peinados que llevaban un día entero de trabajo. Los hombres con frac, con galeras que tocaban las nubes. Era de un desfile de elegancia y ostentación. Prinlges era Paris. En cambio ahora...” y dejó flotando la frase, sin concluirla.
“Se calló” pensó Noelia. Menos mal que la vieja se durmió y con ello sus mentiras y sus ambiciones. Menos mal que se durmió, y que Pringles volvió a ser tan dulce y tan cálido y tan íntimo y tan apacible y tan simple , como siempre.

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