miércoles, 2 de mayo de 2007

El deseo

Usted tiene que entender ,comisario. Porque debajo de ese uniforme hay un hombre. Y como hombre sabrá lo que es el deseo. Es un instinto animal que se apodera del cuerpo y que nubla la mente . A uno le da por pensar en cualquier cosa, comisario. ¿O me va a negar que usted no ve a esas chicas con las polleritas más cortas que esperanza de pobre, y no le entran ganas? ¿Me va a decir que no mira para los costados como pidiendo auxilio, y al ver que no hay nadie alrededor no se le ocurre abalanzarse ferozmente sobre ellas y degustarlas como a un helado de dulce de leche granizado y crema del cielo?
Suelen decir que hay mujeres que arrancan suspiros. ¡Má que suspiros! ¡El alma le arrancan a uno! Si pasan y es como si dentro del pecho uno se fuera extinguiendo irrefrenablemente mientras los ojos se pellizcan el iris. Esas mujeres hacen mal, comisario. Esas mujeres le roban, le sacan un pedazo de vida. Entonces uno se siente con derecho de ir a recuperarlo. Y no es un delito: es un reclamo social. Porque ¿cuántos hombres reclaman que le devuelvan un poco de todo lo que esas criaturas crueles y deseables nos arrebatan con su mera presencia? ¡Otra que movimiento popular, comisario! Y yo no soy un depravado. Ya se que la cara no me ayuda, que estos ojos pequeños y esta boca torcida y está nariz hacen de mí un identikit con patas.
Pero no soy yo: es el deseo. Es un fuego incontenible, es un grito abrasador. Es una catarata arrolladora. Y disculpe la poesía , comisario, pero el deseo es una río torrentoso. ¿A usted le gusta la poesía? ¿Más o menos? No ,a mí tampoco me interesaba mucho, hasta que vi que con las minas era un recurso fatal. Entonces empecé a darle bola. Por ejemplo, a esos chocolatines que vienen con versitos ¿vio? Yo compraba esos y otro chocolate cualquiera, entonces me mientras comía el mío, me memorizaba el chamuyo del envoltorio, y después las mujeres creían que la parla era mía. ¿Cómo? No , comisario. No quiero cambiar de tema. Es que todo tiene que ver lo mismo: con el deseo del sexo opuesto. Bah, no sé, ahora hay tipos medio raritos por ahí.
Pero los clásicos siempre mandan. Y todo lo que nos interesa a los hombres son las mujeres. ¿O no, comisario? Sí, usted tiene la responsabilidad del barrio, su familia, su hobby de ir al club de tiro. Pero créame que todo tiene que ver con las mujeres. Imaginemos por un rato que a usted le va muy bien...bueno, ¿ya le va bien?...Entonces imaginemos que a usted le va de maravillas. Lo ascienden a “recontra comisario”. No, lo ascienden a Ministro de Seguridad de la Nación. Y le va perfecto. Se acaban los delitos, usted convierte a la policía en la mejor del mundo. Limpia, educada y altamente capacitada. La gente se lo agradece, la prensa se lo reconoce. Usted es el hombre que limpió al país de la violencia y la corrupción. Además , su comportamiento ha sido irreprochable: ni una moneda de más. Entonces el gobierno, con total aval de la población, decide otorgarle una prima mensual de cincuenta mil pesos. Sí, cincuenta mil pesos y nadie dice nada. Es más, algunos se quejan y dicen que es poco para un hombre tan importante. Entonces usted tiene todo, comisario ( ¿o debo llamarlo Ministro?) Usted tiene una mansión, tiene prestigio, tiene dinero, tiene un yate y está en medio del Pacífico disfrutando de sus merecidas vacaciones. Cuando está ahí en el yate, y ya comió, y ya bebió: ¿dígame que quiere? ¿Otra pizza? No. Dígame qué es lo que quiere un hombre cuando ya tiene todos lo artificios que supuestamente la vida nos obliga a buscar? Yo lo ayudo, comisario: una mujer.
Sino ¿de qué sirve el resto, si uno no tiene un par de piernas torneadas, una piel fresca y delicada, una boca carnosa que morder? ¿Para qué quiere uno ser una estrella de televisión sino es para que las minas se le tiren encima? ¿Para qué escriben canciones los músicos si no va haber mujeres creyendo que son para ellas? ¿De qué sirve meter goles si cuando volvés al vestuario solo hay piernas peludas y afuera ninguna chica dándote su teléfono? Porque en realidad eso es lo que quiso desde el principio. El resto está de relleno. Un hombre lo único que quiere es a una bella mujer. Disculpe la grosería, comisario, pero por algo del polvo venimos y hacia el polvo vamos. Es así y punto. Usted meta a los hombres en una cama , con su buenas mujeres, y ya está. Se acaban los problemas. Imagínese, todo el mundo en la cama. Se pararía nada más que para comer. Cualquier cosa que haya por ahí: yuyos, un tomatito. No se va a poner en exquisito en medio del cachengue. A lo sumo se turnan. A cierta cantidad de ciudadanos les toca tal día cocinar, y proveer al resto de la población con whisky y cigarrillos. Dígame, comisario ¿no sería una sociedad ideal?
A mí me dicen que me enceguezco cuando veo una mujer linda. Que no respeto la ley ni la moral. Que no veo nada a mi alrededor. Y dígame , comisario ¿qué hay de interesante para ver? Usted que patrulla las calles...o patrullaba, ¿hay algo más interesante para ver que una mujer? Y a veces ni siquiera hace falta ver. Como en ese callejón. Con tocar alcanzaba. No le puedo negar: fue criminal lo que pasó esa noche. Pero yo lo disfruté. ¡Por el amor de dios, si la pasé bien! ¡Que me importaba si estaba oscuro, si era en la vía pública, si ella gritaba , si algún vecino se asomaba desde la ventana! ¡Qué me importaba si venía la policía!
Y yo no soy un depravado. Créame , comisario: es el deseo. Usted tiene que entender. Y yo también. Así que no me sorprende que la mina haya declarado lo que declaró. No me sorprende que se hable de abuso o violación. No me sorprende que la mina haya confesado que fue ella la que me obligó, que fue ella la que abusó de mí. Que en definitiva, fue ella la que me violó. Porque ¿vio todo eso que nos pasa a nosotros con las minas? Bueno, comisario: a ellas a veces les pasa lo mismo con nosotros.

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